Productividad

OEE, set-up y más

La Eficiencia Global de los Equipos es un indicador harto conocido en los ambientes de fabricación. No con este nombre, sino con su acrónimo del inglés OEE (Overall Equipment Effectiveness). Todos saben que es el resultado del producto de tres ratios: disponibilidad, rendimiento y calidad.

La disponibilidad es el cociente entre el tiempo operativo y el disponible. Este resulta de sumar los tiempos de paradas, averías, preparación del trabajo o ajustes al tiempo operativo. Los tiempos de preparación se diferencian de los de paradas y averías en que son absolutamente necesarios para poder producir lo que se desea, aún en el caso de que no se produzcan paradas ni averías. En la mayoría de procesos de producción, ya sean de bienes o de servicios, las órdenes de trabajo necesitan de una preparación previa o de unos ajustes de máquinas.

Los tiempos de preparación son tan necesarios para producir como los de ejecución. Es más, sin preparación no hay ejecución. El tiempo de fabricación es la suma del de preparación y del de ejecución. Por tanto, la preparación debería ir contra el tiempo disponible. Sin embargo, se ignora el motivo por el que no se considera parte de éste.

Asumiendo esta consideración, aumentar el valor de la disponibilidad solo requiere el esfuerzo de computar el tiempo de preparación dentro del tiempo disponible. Largos tiempos de preparación logran aumentos notables de la disponibilidad. Obviamente, el efecto en trabajos con poco tiempo de preparación es apenas perceptible.

La consideración también puede afectar al rendimiento, que es la relación entre las unidades obtenidas y las que se deberían haber producido en el mismo tiempo. Caben dos posibilidades:

  • No se obtienen unidades de prueba durante la preparación. El rendimiento no cambia frente al obtenido al no considerar el tiempo de preparación en el OEE. A la calidad le ocurre lo mismo.
  • Se sacan unidades de prueba en la preparación. La última es buena y pone en marcha la ejecución. El rendimiento vale, entonces, (u+p)/(v+1) siendo:
    • u las unidades reales producidas tras la preparación
    • p las unidades totales fabricadas durante la preparación
    • v las unidades que se deberían haber producido en el tiempo de ejecución
    • 1 la última unidad fabricada en el tiempo de preparación

Se da el caso de que el rendimiento es mayor que 1 cuando u>v+1-p. Esto es algo que no debería suceder, porque contraviene las reglas del OEE, pero es posible.

En conclusión, el rendimiento mejora frente al cálculo habitual del OEE cuando hay que sacar unidades de prueba. La mejora es mayor cuanto más grande es el valor de p.

Introducir el tiempo de preparación en el OEE también puede afectar a la calidad, entendida como la relación entre las unidades en perfecto estado y las obtenidas. Caben las mismas dos posibilidades que para el rendimiento:

  • No se obtienen unidades de prueba durante la preparación. La calidad no cambia frente a la obtenida al no considerar el tiempo de preparación en el OEE.
  • Se sacan unidades de prueba en la preparación. La última es buena y pone en marcha la ejecución. La calidad vale, entonces,  x/(u+p) siendo:
    • x las unidades reales producidas en buen estado, incluida la última obtenida en la preparación
    • u, p las mismas que para el cálculo del rendimiento

En conclusión, la calidad se mantiene frente al cálculo habitual del OEE y empeora cuando hay que sacar unidades de prueba, tanto más, cuanto mayor es el valor de p.

El producto de rendimiento por calidad se mantiene idéntico al cálculo habitual del OEE cuando no se obtienen unidades de prueba. Sin embargo, siempre mejora si se obtienen unidades de prueba. La conclusión final es que el OEE se mantiene o mejora si se toma en consideración el tiempo de preparación.

Ahora bien, ¿es creíble un OEE en los términos planteados?

Ciertamente, no. La preparación sigue un método de trabajo y tiene un tiempo asociado. La obtención de unidades de prueba está asociada al método. Y la ejecución puede ir más o menos rápida de lo esperado. La preparación tiene, pues, un tiempo esperado, con independencia de que se obtengan o no unidades de prueba. El rendimiento de la preparación, según esta premisa, se tendría que medir como relación entre el tiempo esperado y el tiempo real empleado en la preparación. El rendimiento total sería el cociente entre la suma de los tiempos esperados de preparación y ejecución, y la suma de los tiempos reales de preparación y ejecución. Conocer su valor implica saber el número real de unidades producidas y, desde ellas, llegar al valor del tiempo estimado de ejecución. La disponibilidad y la calidad no se ven afectadas por la preparación. Sin duda, esta nueva manera de calcular el OEE arroja valores más ajustados a la realidad y, por tanto, creíbles.

Otra pregunta que se plantea. ¿Cómo calcular el OEE cuando se obtienen varios tipos de unidades sin relación entre si? ¿Y cuando el resultado final depende de varias variables?

No se ha encontrado literatura al respecto. Las modificaciones que habría que hacer para el cálculo del OEE, conducirían a prolijos y lentos procesos, muy poco útiles para gestionar.

El problema se resuelve con un procedimiento alternativo al OEE, basado en el concepto de eficiencia relativa, que es la diferencia entre el tiempo estimado para hacer un trabajo y el tiempo real, dividido por el tiempo estimado.

Cuando el tiempo real es menor que el estimado, la eficiencia relativa es positiva, y viceversa.

El tiempo real es el tiempo disponible en lenguaje OEE. Incluye la ejecución de la tarea y toda clase de paradas e incidencias que surgen mientras tanto. Naturalmente, la eficiencia relativa aumenta en tanto el tiempo consumido por paradas e incidencias se reduce. El tiempo estimado se pronostica a partir de las variables identificadas como directoras del proceso; cada una de ellas tiene un tiempo unitario. El tiempo estimado es la suma de los productos de cada una de esas variables por su tiempo unitario.

La eficiencia relativa es una medida comparativa de rendimiento frente a una referencia que se adapta continuamente a las cantidades producidas correctamente. Contiene los tres factores del OEE. Permite valorar la preparación, la ejecución y el conjunto. Para muestra, podéis verlo con esta máquina.

Juan Carlos Viela
Toda mi vida profesional ha estado ligada a la logística. Lo mejor: disfruto con lo que hago. Me encanta poner la logística en números; son los que dan y quitan razones. Persigo que todos aquellos cambios que propongo e implanto en mis clientes generen mejoras en su productividad, y se vean directamente reflejados en su cuenta de resultados, lo que me produce una enorme satisfacción. Los nuevos retos me atraen y me motivan hacia la búsqueda, desarrollo y puesta en práctica de acciones novedosas, como es la filosofía propia de gestión logística orientada a la mejora continua. Estoy firmemente convencido de que con pequeñas inversiones se pueden lograr grandes resultados.